Diana González Ossio.
Un rumor a hojarasca hollada por el viento, de murmullo solapado atravesando las augustas cornisas mordidas por la pátina del tiempo. ¿Es su alarido, el de ese mismísimo tiempo, el que se rehúsa a dejar de ser reverenciado? Y quizá por que el cielo no persigue como antes guerras de delirio o porque la paz no es más que un signo, es que el devenir solo parece importarle a las contradicciones más que a la vida misma.
¿Que los afanes de las gentes solo inducen a vivir exultantes nuestro presente, nuestro día a día, sin posibilidad ni cabida para intentar asumir otras premisas existenciales?
Antonio Dubravcic, parte fundamental de la Sociedad Geográfica y de Historia “Sucre” amable y dulcemente mira el atardecer y recuperando en una sonrisa toda su vida, afirma seguro: “La dignidad es mucho más que una palabra y las contradicciones apenas si, simples falacias, por eso, más allá de los cambios, de los devenires sociales, de las fatalidades y de las revoluciones, la hidalguía se yergue, siempre viva y eterna, logrando que el tiempo de tanto amar a la memoria, se haga certeza y se torne al fin en identidad”
Dignidad: hidalguía y un porte de lujo o de novela.
Justicia y libertad: puntas de inflexión en contra de las tiranías.
Etiquetas de los caballeros de un tiempo de ferocidades y de actos de sublime heroísmo. De fortaleza, aplomo y una sobrehumana capacidad de discernimiento para que en tiempos de guerra y de paz se actúe como deben de actuar los hombres de bien. Como el del actuar de los treinta socios que hoy mantienen activa La sociedad Geográfica y de Historia Sucre y son los encargados de divulgar la historia y el conocimiento como otrora lo hicieron al mando de Aniceto Solares Lizarazu y, 125 años después, sigan manteniendo la ejecución de ese primordial mandato con la dirección del otro Solares, Gastón Solares Avila. Y que además, diletantes de esa historia que ellos han ayudado a tramitar, se empeñen en seguir haciendo ese ejercicio de voluntades precisamente en búsqueda de la justicia y de la libertad. Y por supuesto de refrendar que el conocimiento de la historia – la nuestra - no induce a ser como somos.
¿Valerosos? ¿Socarrones? ¿Mordaces?
Una ventisca amodorrada por el atardecer diluye los contornos naranjas de las torres; de los gomales y se desliza buscando ya la noche, mientras, la ciudad tirita.
Si la identidad es la memoria, ciertamente La Geográfica define a Sucre y le da un nombre: Hidalga y de coraje. ¿Cómo es Sucre? “Sucre es indomable y aunque dotada de una infinita paciencia, hizo y seguirá haciendo la Resistencia porque Sucre simplemente es el punto referencial histórico de todas las ideas. Al ser Sucre la más antigua ciudad de nuestro país y madre de los otros departamentos - pues de aquí partieron las expediciones que fundaron varias poblaciones, desde el Sur de Cuzco hasta el Rio de La Plata - su presencia y su voz se tornan en un referente digno y orgulloso de la identidad histórica de este Sur.
¿Como es Sucre?
“Un pueblo de valientes. Los vecinos de la jovencísima Villa de La Plata, entonces indígenas y yamparas, además de otros castellanos, en cuatro guerras civiles que se cuentan de 1541 a 1553 llevaron consigo a la bandera de la emancipación y Sucre, luego de ascender de simple villa a rango de ciudad, ganó su escudo y blasón, en el que resaltan los dos cerros tutelares de la nación; el de Porco y el de Potosí, afirmándose con él su reconocimiento por su fidelidad a la justicia, a la libertad; a su compromiso con el Derecho y esencialmente a la vocación política universal de los chuquisaqueños”.
¡Sucre, Sucre! es sin duda el grito. Sucre es el nombre inolvidable para los que han nacido en este lar. Sucre la ciudad del encanto y la magia, Sucre la fidelísima a todos los tonos de la justicia. Sucre es la palabra que aflora en Antonio Dubravcic ahora. Sucre la hidalga cuna de tantas libertades. ¡Sucre ¡identificada con el médico amante de las letras y de la historia que emocionado deletrea el nombre de su ciudad. “Sucre y su capacidad de renunciamiento. Sucre, sacrificando sus recursos y su propia vida por aquello que se considere justo. Sucre, de una moralidad muchas veces probada y expresada en actos legendarios de arrojo y bravura, como el motín ciudadano de rebeldía ante la dolorosa expulsión de los jesuitas, ordenada por el Rey de España en 1767 o en ese mayo bendito de 1809, o con la participación de todos sus estamentos sociales en la Guerra Federal, y... con sus valientes soldados Pecho de Bronce en el Chaco. ¿No son todas estas hazañas la memoria colectiva que llamamos identidad?
La noche es una gran ráfaga de alientos subterráneos que intentan inundar los recuerdos a flor de piel de Antonio Dubravcic, de calar su sonrisa, de borrar los destellos de los ojos claros que tanto aman a su ciudad. De la querencia y el orgullo que se anudan en la garganta cuando musita mirando arrobado a los dos cerros ya desdibujados de enfrente” El blasón y la bandera de Chuquisaca son un patrimonio heredado y como todo legado de nuestros mayores, supone en quién se considera digno de sus ancestros, el cultivo de la fidelidad hacia ellos.”